20 años tras la Verdad...

Por Xentor Xentinel

---

Hoy cumplo 20 años, desde el día en que me hice la Promesa de Honor de dedicar mi vida a la Búsqueda de la Verdad... Aquí intento hacer una recapitulación, lo más corta posible, de lo que han sido estos 20 años. No logré terminar el artículo para hoy, pero les dejo lo escrito hasta ahora: el resumen de lo que fueron aquellos primeros y cruciales años. A ver si logro tener lista la historia completa para el próximo fin de semana.

---

Desde muy niño me han interesado los Grandes Temas, pero el inicio formal y oficial de mi investigación, fue en 1989, a mis 13 años.

A fines de Septiembre de ese año, una tía Testigo de Jehová que venía de visita, me regaló un libro, titulado: «Usted Puede Vivir Para Siempre en el Paraíso en la Tierra».

Siendo un libro de 30 Capítulos, y leyendo un Capítulo por día, me pasé todo el mes de Octubre en la lectura y reflexión de esta obra.

Entre otras cosas, el libro planteaba que el Fin de los Tiempos había comenzado en 1914, y que Jesucristo volvería a la Tierra antes de que pasara la generación que estaba viva en ese año, cumpliéndose de ese modo todas las Profecías Bíblicas. Esta obra me impactó.

Apenas terminaba de leerla, cuando, el 1 de Noviembre de 1989, llegó a mis manos un ejemplar de la Revista «Muy Interesante» Nº 28, cuyo principal titular decía: «Nueva Era: ¿Comienza Otro Mundo?». Entre otras cosas, el extenso artículo hablaba de las Profecías Mayas y Aztecas que sugerían un período de Transición hacia una Nueva que iba desde 1987 hasta el 2012.

Este artículo me impactó mucho más, y ese día, decidí que me pondría a investigar sobre estos asuntos. Me prometí a mí mismo que no descansaría hasta desentrañar el Plan Cósmico: el Pasado y el Futuro de la Humanidad, y darlo a conocer al mundo. Llamé a esto «Mi Misión», y a los descubrimientos que haría y daría a conocer algún día, llamé «El Legado».


EL INICIO DE MI INVESTIGACIÓN

Desde entonces, y hasta el final de aquel año, me dediqué a releer los libros y revistas que había acumulado en mi niñez, en busca de informaciones complementarias que me pudieran llevar a nuevas conclusiones. Sí que las encontré, y al finalizar el año, ya había elaborado una teoría propia sobre el Plan Cósmico.

Al comenzar 1990, me puse manos a la obra para escribir un libro en donde expondría estas conclusiones: «Escatología: La Ciencia del Apocalipsis». Pero la obra quedó sin terminar, porque, a menudo me encontraba con información nueva que me obligaba a revisar y/o modificar mis conclusiones originales.

Ese fue el año en que también comenzó a llegar a Chile —con un año de retraso— la revista española «Año Cero», cuyo director, Enrique de Vicente, era el mismo que había escrito aquel artículo sobre la Nueva Era que había precipitado mi Promesa.

Unos meses más tarde, comenzó a llegar a Chile la revista «Más Allá de la Ciencia». Gracias a ambas publicaciones, pude avanzar mucho en mi investigación, y en pocos meses, comenzaron a hacerse familiares para mí, una serie de temas que, de otro modo, hubiese tardado años en conocer.

Éste fue también el año en que se inició la llamada «Crisis del Golfo Pérsico», que al año siguiente se convirtió en la «Guerra del Golfo Pérsico», mientras Georges Bush I se refería a estos sucesos como una oportunidad para construir un «Nuevo Orden Mundial».

Yo sentía que las Profecías estaban a punto de cumplirse: estallaría la Tercera Guerra Mundial, y luego se instauraría ese «Nuevo Orden Mundial», que se convertiría en un Gobierno Mundial Totalitario encabezado por el propio Anticristo.

Todo esto me mantuvo muy ocupado investigando y al tanto de todo lo que estuviera pasando, aunque la «Madre de Todas las Batallas» prometida por Saddam Hussein, no llegaría nunca a tener lugar.


EL NÚMERO 4

Con el tiempo, he descubierto que el número 4 ha sido clave en mi vida. Desde los 4 años (1980), ocurren cosas importantes para mí cada 4 años (en años que son múltiplos de 4), y cada 9 años (cuando cumplo edades cuyos dígitos suman 4).

El Ciclo de 4 afecta más a mi Mente Racional, dándome acceso a informaciones que desafían mis Paradigmas o visión de las cosas. El Ciclo de 9 afecta más bien a mis procesos intuitivos o espirituales. Son momentos en los que llego a una comprensión importante acerca de un tema, y aprendo también algo importante sobre mí, y mi identidad.

Por ejemplo, en 1988 (Primer Ciclo de 4), empiezo a leer la Biblia completa, encontrándome con muchos pasajes que me parecen descripciones de actividades e Intervenciones Extraterrestres.

En 1989 (Primer Ciclo de 9), como decía, cumplí 13 años (1+3=4), y fue el momento en que comprendí que tenía una Misión que cumplir en esta vida, identificándome con el Movimiento de la Nueva Era, del que hablaba aquel artículo de revista que ya mencioné.

Lo llamo «El Año de la Promesa», pues fue cuando decidí dedicar mi vida a esto que llamo Mi Misión. Desde entonces, leí muchas cosas que se complementaban con toda esta Cosmovisión, e iban en la misma dirección.

Pero en 1992 (Segundo Ciclo de 4), conocí nuevas fuentes que enriquecieron y desafiaron decididamente mi labor de investigación...


MISIÓN XOLKIR

Una de estas fuentes, fue Xolhar, un Maestro de la Nueva Era chileno, que habría sido iniciado en el Amazonas por los Yokara, un pueblo de indígenas blancos que afirman ser la raza más antigua de la Tierra.

En sus obras, Xolhar explicaba el significado de algunas sílabas de la lengua Yokara. Me llamó la atención el significado de las sílabas XOL («Cósmico», «Divino»), y KIR («Magia», «Hechizo»), y entonces, uní ambas, para crear el nombre XOLKIR, que traduje como «Hechizo Cósmico». Ya tenía un nombre para mi Misión.

Por Xolhar, y por otras fuentes, sabía que todos tenemos un «Nombre Cósmico», que sería la Clave Vibratoria que nos representa como Seres Trascendentes. Pero sólo algunos logran conocer su Nombre Cósmico en esta vida, ya sea a través de un sueño, o en una Meditación, o porque le fue revelado directamente por un ser Extra o Ultraterrestre.

Como yo no tenía mi Nombre Cósmico, tomé mi nombre mundano, Ariel, y lo modifiqué a Yarel. Y a este nuevo nombre, que parecía un Nombre Cósmico, le agregué «Xolkir». Y así fue como obtuve mi primer pseudónimo: Yarel Xolkir.

Aunque me veía trabajando sólo en esta Misión, yo sabía y sentía en mi interior que no estaba sólo realmente, sino que habían MILLONES que estaban en la misma Misión que yo. Algún día nos conoceríamos y trabajaríamos juntos, pensaba; e imaginaba a mis «Hermanos Cósmicos», haciendo lo mismo que yo: tomando su Nombre Cósmico, o inventándose un nombre nuevo, y sumándole, a modo de «apellido», el de Xolkir.


CUESTIONANDO AL MOVIMIENTO DE LA NUEVA ERA

Hasta entonces, y desde mi lectura de aquel artículo sobre la Nueva Era, yo me sentía plenamente identificado con este Movimiento. Me sentía un «Newager». Pero 1992 era uno de esos años que desafían mis Paradigmas...

A principios de año, a través de las obras de J.J. Benítez, conocí el material del «Libro de Urantia», que era más completo y detallado respecto al Plan Cósmico y su desarrollo a través de la Historia, que cualquier cosa que hubiese conocido antes. Pero, al mismo tiempo, se contradecía con la información anterior que tenía, y además, omitía aspectos que sí estaban incluidos en la Cosmovisión «New Age», que hasta entonces estaba explorando.

Luego, a mediados de año, me topé con un mini-libro de 30 páginas, titulado: «Nueva Era, desde un Punto de Vista Bíblico», de M. Basilea Schlink, el cual planteaba que el Movimiento de la Nueva Era, sólo era parte de una conspiración demoníaca y humana, para seducir a la gente con engaños para aceptar el Gobierno Mundial del Anticristo.

Pese a lo breve de la publicación, estaba muy bien fundamentada, y planteaba que los supuestos «Maestros Ascendidos» de la «Hermandad Blanca», en los que creen los Newagers, no serían sino Demonios haciéndose pasar por Seres de Luz. Del mismo modo, la obra también sugería que Maitreya —«El Cristo» de Benjamín Creme, en quien yo creía—, sería nada menos que el Anticristo.

Todo esto me produjo un gran shock, y por un par de meses me sentí a la deriva, con mi Sistema de Creencias destrozado... Pero pronto me recuperé de la profunda decepción, y salí del pozo asumiéndome como un Buscador de la Verdad independiente, y no un simple seguidor de un movimiento o corriente de pensamiento.


«YO VIVÍ EN OTRO PLANETA»

Los años siguientes pasaron sin grandes novedades, prosiguiendo mis investigaciones. En 1993, comenzó a llegar a Chile la revista mexicana «Reporte OVNI», que también comencé a coleccionar.

En el número 4 de la revista, me encontré con un interesantísimo artículo, titulado «En mi vida anterior... Yo viví en otro planeta. Sorpresas en el diván de un psicoterapeuta». La redacción de la revista presentaba así el artículo:

«El Lic. José Rosas Sánchez experimentó una interesante regresión hipnótica al acudir a una sesión de terapia con el psicólogo Alejandro Barba... Para su asombro, se encontró en otro mundo, con seres diferentes... Viajando en una nave individual de tipo extraterrestre».

Aunque no era la primera vez que me encontraba con el tema de que ciertas personas puedan ser Extraterrestres reencarnados, creo que sí fue la primera vez que me pregunté seriamente: «Si yo me hiciese una Regresión, ¿Aparecería una historia similar a ésta? ¿Seré yo un Extraterrestre reencarnado?».

Pero no le di más vueltas al tema. Sólo reforcé la promesa que me había hecho de niño: que algún día me sometería a Regresiones para conocer mis Vidas Anteriores.


EL «KIOSKO DE LA ESQUINA»

El siguiente año importante en mi vida fue 1996 (Tercer Ciclo de 4). Ese año me fui a vivir a Temuco, Capital de la Región de la Araucanía.

Ahí me encontré con «El Kiosko de la Esquina», un semanario juvenil local que parecía regirse por una saludable Libertad de Expresión. Sentí que mi oportunidad había llegado.

Un día de Octubre me presenté en las oficinas del semanario, para ofrecerme como colaborador. Me dijeron que no había ningún problema, y que podía dejar mi escrito para el próximo número, que saldría en un par de días.

Yo no había preparado nada, pues no pensé que sería tan fácil y rápido. Sólo traía conmigo un pequeño poema que no era muy importante para mí, pero el Destino quiso que dicho escrito fuera mi primer aporte para el «K».

El 24 de Octubre, 7 años después de iniciar mi Misión, aparecía publicado mi modesto poema, que reflejaba la impotencia que sentía por no haber podido realizar aquella Misión autodesignada:

Tengo una meta
Pero no tengo caminos.
No hay mapas ni guías,
¿Cómo mierda llego?

«Se hace camino al andar».
¿Andar pa’onde? Si sólo veo
Pantanos y selvas impenetrables,
Llenas de sapos y culebras.
¿Cómo mierda llego a la meta?

«¡Enfréntate a los pantanos y bichos raros!».
¡¡Linda la weá!!
¿Enfrentarme a la asquerosidad
De estar chantado sin poder hacer nada (pantano)
Y más encima soportando sermones y condenas
De weones que no me conocen (sapos y culebras)?
¡¡A la mierda!!

YAREL XOLKIR

Y así fue como un pequeño poema sin importancia, pasó a ser importante para mí, por ser las primeras palabras mías que se publicaban en un medio masivo. Yo tenía 20 años de edad.

En las semanas que siguieron, llevé otros escritos míos: «El Día en que las Máquinas se detuvieron», y «Derecho a ser Rebelde». Paralelamente, me encontré exponiendo mis investigaciones en una radio local.

El 28 de Noviembre apareció publicado el primer episodio de mi serie de artículos «Crónicas Secretas», en donde expuse a los Illuminati, sus planes y organizaciones. Estaba empezando a cumplir mi Misión...


LA MANO OSCURA

Sin embargo, en Febrero de 1997, la Directora del «K» me comunicó una mala noticia: los representantes locales de la Coca-Cola —uno de los auspiciadores de la publicación—, la habían llamado a una reunión, para exigirle que no vuelvan a publicar mis «Crónicas Secretas», ni ningún aporte mío.

La Directora había saltado en defensa del carácter de Libre Expresión que tenía el «K». Pero los ejecutivos le dieron un ultimátum: o desaparecía el tal Yarel Xolkir del «K», o desaparecían ellos y su auspicio.

La Directora, fiel a sus principios y a los principios del «K», había tomado la dolorosa, pero digna decisión de tener que renunciar al importante aporte económico de la Coca-Cola, y no ceder ante las presiones y chantajes de esos ejecutivos, para que el «K» siga siendo lo que debía ser: un medio de Libre Expresión para los jóvenes.

Y así fue como seguí enviando mis aportes al «K» por un par de años más, hasta que llegó el día fatal en que, por falta de financiamiento, el Semanario no pudo publicar más números...

Me ocurrió también en otro momento, cuando había sido invitado a exponer mis temas en otro programa radial. El programa se estaba volviendo un éxito, cuando de pronto, la Cadena de Tiendas Falabella, el auspiciador del programa, llamó a otra reunión similar, para imponer las mismas condiciones: «O Yarel o nosotros».

El locutor del programa, al que le gustaban los temas que yo trataba, me dio apenado la triste noticia: ya no podría tenerme como invitado en su programa, y no podía hacer nada al respecto. «Órdenes de arriba»...

¿Y dicen que no existen las conspiraciones para silenciar la Verdad? ¡Ja! Creo que este testimonio personal basta y sobra para entender el por qué hay temas que no se tocan en los Mass Media...

Continuará...

---