Por Xentor Xentinel
Esta es la Pincoya, Princesa de los Mares de la Isla Grande de Chiloé. Hija del Miyalobo (que viene a ser la versión chilota de Poseidón), y hermana de la Sirena y el Pincoy.
Cuenta la leyenda que hasta hace unas pocas décadas, la Pincoya vivía en una cueva de Chanquín, localidad ubicada en el lado oeste de la isla, unos 4 Kms al norte de la famosa y mágica Cucao. Con mi amigo Cristian partimos en busca de la cueva para fotografiarla.
Lo primero que nos encontramos al llegar es este hermoso puente con forma de barquito, el cual cruza el Río Puchanquín, en el cual se bañaba la Pincoya.
Hacia el Oeste, el Río desemboca en el Océano Pacífico.
Desde el puente, mi socio realiza unas tomas del río, mirando hacia el Este. Hacia allá es donde vamos.
Al fondo, pueden ver la Laguna Huelde.
Esta es la Laguna Huelde. Según cuentan los lugareños, todos los días, la Pincoya salía de su cueva para bañarse y nadar en la laguna y en el río.
Para tomar el Sol o simplemente descansar, se dirigía a los roqueríos, desde donde hacía emerger del fondo de las aguas un inmenso cilindro dorado, mediante un suave y prolongado silbido.
La Pincoya trepaba ágilmente sobre él y, una vez sentada allí, peinaba su hermosa cabellera con un peine de oro, contemplándose ante el espejo de las claras aguas de la laguna. Mientras tanto, un fuerte perfume de algas marinas empapadas de sal se esparcía por el ambiente.
A veces, en noches de Luna, entonaba embrujadas canciones de amor, frente a las cuales nadie podía resistirse...
Lástima que, en mi afán por llegar a la cueva, se me olvidara esta parte de la leyenda. Nos faltó sacar más fotos de la laguna... Será para otra ocasión.
Otro hermoso detalle del Río Puchanquín.
Mi socio comienza a tomar fotos hacia el Oeste...
Es la desembocadura del Río Puchanquín. Aquí, la Pincoya se encontraba con el mar...
Miren el caballito... Siempre se ven caballos bagando libres por este lugar.
Unas tomas más del río, antes de iniciar la caminata hacia la Cueva...
Aquí, el camino hacia la Cueva...
Así que, vamos allá...
Esto es lo primero que se ve al llegar. La Cueva está muy escondida...
Nos vamos acercando...
Mi socio se entretiene fotografiando las rocas...
Vamos entrando...
Eso que de pronto parecen brochazos de pintura, en realidad es vegetación: hongos, o algo por el estilo.
Esto es lo que uno puede ver hacia atrás cuando empieza a adentrarse en la cueva...
Volvamos a la Cueva... Vemos este pequeño derrumbe, pero hacia arriba todavía se puede entrar.
Preparándome para escalar...
¿Un Intraterrestre? No, ¡Soy yo!
Observando el fondo de la cueva...
Fin del viaje: Yo a la izquierda y mi socio a la derecha.
Pues que bonitos fotoreportaje, felicitaciones!!
ResponderEliminarsaludos
zaryus
http://gotasdevida.blogspot.com